Concepción Arenal declama El sobrio y el glotón


Concepción Arenal (1820 – 1893)
Nació en El Ferrol, Galicia. Siendo todavía niña quedó huérfana de padre, don Ángel del Arenal. Él había nacido en Santander y, durante la Guerra de Independencia, se hizo militar y participó con éxito en varias contiendas. Su madre, doña María Concepción de Ponte, era de una familia noble, emparentada con el conde de Vigo. Después de la muerte de su padre, la madre trasladó a la familia a Madrid. Después de la muerte de su madre, en 1842, Concepción, para poder asistir a la Universidad Complutense, y tomar clases en la Facultad de Derecho, se vestía de hombre.

Durante su carrera conoció al hombre que luego sería su marido, Fernando García Carrasco, con quien se casa poco después. Su nuevo esposo fue capaz de entender y aceptar la actitud combativa de Concepción ante las injusticias de su época. Fernando García Carrasco era abogado, periodista y liberal. La pareja tuvo varios hijos, pero, excepto por uno, mueren a temprana edad. En 1857, Fernando García muere, y Concepción Arenal decide trasladarse a Oviedo. Sobrepasados los setenta años, decidió cambiar su residencia en compañía de su único hijo, Fernando, a Vigo en donde, a la edad de setenta y tres años, falleció.

Concepción Arenal escribió mucho, en particular sobre temas judiciales y sociales. Uno de los aspectos más progresistas de Concepción Arenal es su consideración de la mujer como ser humano marginado. Como escritora, Concepción Arenal eligió el género epistolar y el folletín. Concepción Arenal no sólo abrió las puertas a las mujeres a la vida social y laboral, sino que se constituyó en una experta en derecho penitenciario y medicina hospitalaria a nivel internacional. Por si fuese poco, escribió novelas, obras de teatro, zarzuelas y poesía.

El sobrio y el glotón

Había en un lugarón
Dos hombres de mucha edad,
Uno de gran sobriedad
Y el otro gran comilón.

La mejor salud del mundo
Gozaba siempre el primero.
Estando de Enero a Enero
Débil y enteco el segundo.

«¿Por qué el tragón dijo un día 
Comiendo yo mucho más
Tú mucho más gordo estás?
No lo comprendo a fe mía.»

«Es le replicó el frugal 
Y muy presente lo ten,
Porque yo digiero bien,
Porque tú digieres mal.»

Haga de esto aplicación
El pedante presumido
Si porque mucho ha leído
Cree tener instrucción,

Y siempre que a juzgar fuere
La regla para sí tome:
No nutre lo que se come
Sino lo que se digiere.